viernes, 10 de agosto de 2007

EL RAMITO DE NOGAL

Era un matrimonio que tenía tres hijos y el padre era viajante y mientras los niños fueron chiquiticos pos el salía el hombre, lo propio, de viaje y les traía cualquier chuchería, que si un caramelico, que si un juguetico... Eran tres niñas y entonces pasa el tiempo y se ponen las niñas grandecicas, y se le presenta un viaje mu largo y les dice:
- Decís lo que queréis que os traiga que cuando venga yo os lo traeré.
Y dice una:
- Pos a mí me va usté a traer un vestío mu bonito.
- Pues un vestío que te traigo.
- Padre, usté me va a traer a mí unos zapatos.
- Mu bien, pos unos zapatos que te traigo.
- Padre, usté me va a traer a mí una ramita de nogal.
- Pos mu bien.
Conque sale, hace su recorrío y ya pa venise compró un vestío mu bonico. En otro pueblo compró los zapatos y del ramito de nogal pos no se acordó. Y ya que iba a llegar al pueblo tenía que cruzar por un bosque y en la orilla del bosque se acuerda.
- ¡Ay! Me dijo mi pequeñita que le llevara una ramita de nogal.
Y allí no había nogales. Venga mirar...
- Y ya he pasao to los bosques y he visto de tos los árboles. ¡Habré pasao por sitios que haya nogales pero que no me acordao! Y ya aquí... ¿Qué hago?
Y el hombre ya apurao porque a las otras dos le llevaba ya el gusto, lo que ellas querían, y la otra el angelico, la más pequeñica, pos quería su ramico de nogal... Conque ya que estaba descorazonao el hombre decía:
- Ya no tiene hechura. ¿Y qué hago?
A esto se adentra un poco más y encuentra un nogal mu frondoso y tenía campanillicas, flores de estas que parecen campanillas, pero que tocaban. Corta una ramica de nogal y al cortala llevaba dos o tres campanillicas liás y al mismo cortala hace tin tin tin y empiezan a tocar las campanillas.
Y al mismo tocar las campanillas sale un señor y dice:
- Bueno, pues ha cortao usté una rama de nogal. Es un delito que ha cometío y esto no se zanja na más que con una cosa, que es que me tiene usté que dar lo primero que salga a recibilo cuando llegue a su casa.
Y él pensó “¡Cucha, lo mejor que ha podío pedime porque yo cuando llego a mi casa siempre sale el perrillo a recibime!”
- Sí, sí, no tengo inconveniente ninguno. ¡Vaya, pos lo primero que salga de mi casa a recibime se lo doy yo!
Él pensaba en el perro. Conque sale anda que te anda, anda que te anda, ya llega a su casa y estaban sus hijas en el mirador que tenían en lo alto el terrao.
- ¡Que viene padre! ¡Que viene padre!
Y con la ilusión se bajan y sale el perrillo juyendo pero en vez de ise el perro a recibilo empezó a hacer la rosca con ellas, la rueda corriendo entre medio d’ellas, y en vez de salir como siempre delante hecho una exhalación pos se quedó el último y la primera que llegó fue la menor, la del ramito de nogal.
Pos el padre no se acordó de na ni na, na más que le dio un beso y un abrazo y cuando llegaron las otras pos lo mismo y ¡vaya!...
- Pa ti el vestido... Pa ti los zapatos... Pa ti el ramito de...
Y se acordó.
- ¿Por qué sa puesto tan serio padre?
- ¿Qué te pasa?... ¡Tan alegre como venías y mira las niñas...! ¿No ves? La una con su vestido, la otra con sus zapatos, la otra con su ramito de nogal con campanillas que tocan...
- ¡Es mejor que no hubiera venío!
- ¡Pos hombre! ¿Por qué? Explícate...
- Porque mira. M’a pasao esto y ha salío un señor y quedamos en que le daría lo primero que saliera a recibime y como siempre lo primero que ha salío a recibime ha sío el perro pos yo no tuve inconveniente ninguno pero ahora es nuestra hija... ¿Y qué hacemos?
Y dice la madre:
- Na, ya nos arreglaremos.
Ya comieron, pasaron la velá, se acostaron, amaneció el día y ya pos casi no se acordaban ellos que... y el asunto estaba en pie pero no se acordaban de na.
Pero un día están comiendo y tocan a la puerta:
- Pom pom.
- ¿Quién?
- Servidor.
Sale la madre.
- ¿Qué desea usté?
Y era un señor con un coche.
- Yo que vengo a por lo que tengo que llevame. ¿Está su marío?
- Sí.
Conque ya sale él y dice:
- ¿Qué, qué hay señor?
- Pos que vengo a por lo prometío, que tengo que llevame lo que hablamos con la ramita de nogal.
Va y dice la madre:
- Vamos a hacer una cosa... Vamos a adornar la cabra mu bien adorna y la vamos a meter en el coche. Ese no se va a dar cuenta de lo que es.
Pillan la cabra, le hicieron como un vestío, le metieron las patas, le pusieron los cuernos mu bien adornaos... muchos perifollos. La cabra parecía una eminencia de adornos. La montan en el coche y entonces el oso, que era el que manejaba los caballos, pilla el camino y se van.
Y al cabo de mucho tiempo, ya se les olvidó hasta la cabra, y un día cuando más tranquilos estaban tocan otra vez a la puerta. Y el mismo oso.
- Vengo a por lo prometío porque antes vine y me dieron una cabra. A la cabra no la pasao na, esta como me la llevé... Y ahora tengo que llevame... porque lo primero que salió a recibilo fue su hija la menor, la del ramito de nogal.
- Pos sí.
- Pos tengo que llévamela y si no os devoro.
Y entonces dice ella:
-¡Venga pos me voy!
Y el padre llorando, la madre llorando, las hermanas llorando... dándole besos, lo propio de una cosa d’esas ¿no? porque pensaban: "Este la devora en el camino”.
Total que se despiden y se monta ella en el coche y va él a subise al pescante y se resbala, iba a caese y entonces fue la muchacha, hizo así y le dio la mano pa que no se cayera y lo que agarró fue la mano de un doncel muy guapo, muy hermoso, bien apañaete y entonces se quedaron tos con la boquita abierta de ver el milagro que había pasao; de ver un oso que se la llevaba pa comésela a ver aquél doncel tan hermoso y tan bien presentao...
- Yo no era lo que parecía. Es que el mago Agrajéz por unas desobediencias que yo hice fue y me castigó de esta manera y tenía que volver a ser el que soy dándome una señorita la mano.
Y entonces volvió otra vez a ser lo que era y ya tos se pusieron mu alegres, mu contentos...
- Yo soy rey y estaba encantao por el mago Agrajéz y ya que está desencantao mi reino yo pos lo que quiero es casame con su hija.
¡De modo que se casaron, vivieron felices y comieron perdices!

No hay comentarios: