viernes, 10 de agosto de 2007

PIEDRA DE HONOR, CUCHILLO DE AMOR

Esto era un matrimonio mu joven que tenía una cría mu chica; la niña tendría como un mes o así. Y vivían en un cortijo, pero en un cortijo guapo, que estaba mu cerquita del pueblo, estaba a menos de un kilómetro del pueblo.
Entonces va y ellos vivían... tenían gente pa la labor ¿no? porque era un cortijo grande, que tenían labranzas y to en las tierras del cortijo. Pero ellos vivían allí también y tenían un pozo pa sacar el agua, un pozo al lao de la casa.
Entonces un día venía la niñera del pueblo con la cría en un carricoche, viene y salió del pozo como un nublo negro y se oyó una voz. Se puso en lo alto cubriendo el cochecico de la cría y se sintió una voz que le dijo a la chiquilla:
- Guapa eres y guapa serás, pero ¿y tu sino, cual será?
Y entonces la criada se asustó mucho y se fue corriendo con la cría y le contó a los padres de la niña lo que había pasao
- Bueno, pos mañana estaremos nosotros esperando a ver.
Pos a otro día va la criada, más o menos a la misma hora, pasa por el lao del pozo y los padres ya estaban observando desde la casa. Y entonces salió otra vez el nublillo aquel, envolvió el cochecico y le dijo las mismas palabras ¿no? y se fue.
Entonces a otro día le dijeron los padres:
- Pregúntale cual será su sino.
Entonces va al día siguiente y lo mismo, el nublo y le dice:
- Guapa eres y guapa serás, pero ¿y tu sino, cual será?
Y entonces le dice la criada al nublo ese:
- ¿Cual será su sino?
Entonces vino como un remolino de viento mu fuerte y se fue el nublo y se llevó la niña y dejó na más que el cochecico. Y se quearon tos ¡que no me veas! buscándola por tos laos, pero nadie sabía donde había podío ir porque eso se fue volando y nadie sabía ni que dirección había tomao ni na de na de na.
Pero entonces va y la cría vino a dar en un palacio que había unos reyes que eran jóvenes y tenían un crío que tenía unos tres o cuatro añillos. Pero la niña no la dejaron en la puerta del palacio sino en la puerta de servicio ¿no? por donde entraban los criados.
Entonces los criados la recogieron y la criaron. El príncipe que salía a jugar al jardín, la chiquilla también total, que se criaron más o menos juntos. Pasa el tiempo y dijeron de casase. Y se casan.
Entonces cuando ya san casao pos tienen un niño ¿no? y entonces una de las veces que iba el crío chiquititillo, casi recién nacío, tendría dos o tres días, se queda ella dormía en la cama con el crío al lao y cuando va la nodriza a ver cómo andaban se encuentra qu’el deo tite del niño lo tiene ella en la boca y el niño no está.
Entonces salen corriendo, dan el aviso de que ha desaparecío el príncipe... que no está, que el crío ha desaparecío. Van corriendo y le dicen a ella, la despiertan y ella la pobre no tiene consuelo.
- ¡Que yo no, que yo no...!
- ¡Que tú tas comío al niño!
Le decían.
- La reina sa comío al niño.
Y ella la pobre pos decía que no, lloraba las penas amargas.
- ¡Que no, que no...!
Total que ya dice el rey, porque la quería muchísimo:
- ¡Bueno, no ha pasao na, ya está! El niño sa desaparecío, pos bueno... ¡No ha pasao na, ya tendremos otro!
Total que entonces va y ella la pobre se queda mu triste, pos na, ya siguen viviendo su vida. Y pasa el tiempo y tiene una niña. Y entonces le ponen mucha guardia allí con ellas, ella nunca estaba sola. Pero quieras que no, tienen un descuido, se queda dormía, salen un momento pa lo que fuera y en ese momento no ven na, ni na de na, na más que cuando llegan se encuentran exactamente igual, el deico chico de la cría en la boca, la niña que no está y ella durmiendo.
Pos ya el rey estaba mosqueao vivo.
- ¿Esto qué es? ¿Tú qué haces con los niños?
- ¡Que yo no hago na! ¡Que yo no hago na! Yo no sé lo que es, que algo tiene que ser pero que yo no sé lo que es. Mi vida entera ha sío un misterio, yo no sé ni de dónde soy, na más que me... Yo no sé... Y ahora yo no sé por qué me pasa esto.
Total, que ya el rey, un poquillo mosca también, los padres diciéndole:
- ¡Ay que ver esta mujer, se come a los críos!
Pero era tanto lo que la quería que dice:
- ¡Bueno, bueno...! Pos ya está, no pasa na. ¡Ya tendremos otro! ¡A bien que somos jóvenes...!
Pos bueno, pasa el tiempo y tienen otro niño. Y lo ponen que no me veas, ya era guardias por tos Laos, la habitación de la pobre mujer parecía una fortaleza, pa que no se pudiera comer al niño.
Pero un descuido lo tiene cualquiera ¿no?... ¡Yo no sé cómo demonios se queda otra vez dormía y se queda con el duillo tite otra vez en la boca y el niño pos que no está!
Entonces ya la gente le dice al rey que la mate, que esa mujer que se come a los niños. Entonces el rey la quiere mucho y to, pero dice:
- No puedo mátala porque es tanto lo que la quiero que no puedo mátala. Lo que voy a hacer es emparédala.
Entonces cogieron una habitación, le tabicaron la puerta y la dejaron allí dentro. Ella no podía salir de allí pa na, pa na, pa na... Solamente le dejaron una cajica, como pa metele un trozo de pan y un plato de comida. Y ella siempre estaba allí dentro, tenía unas estancias, su cama... pero ella allí no podía entrar ni salir nadie, na más que ella sola, siempre estaba sola y siempre allí encerrá. A sus horas le metían el plato de comida y el trozo de pan y ya está. Y siempre ella estaba sola.
Pero el rey estaba siempre mu triste, ella la pobre siempre encerraica... Entonces otro rey, de otro país, como antes cada pueblo era un reinado pos otro rey hace una cacería, una fiesta. Y entonces coge y dice a todos los reyes vecinos que vayan, los invita, pero que solamente fueran ellos, es decir, que no fueran las reinas solamente los reyes.
Entonces van todos y él era de los que más cerca estaba y tos los otros reyes que venían tenían que pasar por el reino d’él. Se reúnen allí todos en su reino, él los recibe y le preguntan por la reina y él cuenta la historia y tal, total que dicen:
- ¡Bueno pos vámonos! Vamos a ir que faltan solamente unos días pa la fiesta esta y ha dicho el rey que vayamos.
Y dice el rey:
- Yo no voy.
- ¡Sí hombre! Si no vas es despreciar la invitación de un rey, tienes que ir.
Total que empiezan a hablar y dice uno:
- Como este reino que vamos es tan...
Había minas de to las clases, de oro, de diamantes ¿no? que era un reino mu rico.
- A mí mi mujer m’ha encargao un collar.
Otro decía una pulsera, otro decía un vestido de seda... total que todos llevaban ya el encargo hecho.
- ¿Y tú que le vas a llevar a tu mujer? ¿Que t’a pedío tu mujer que le lleves?
- Yo no le digo na.
- ¡Hombre sí, tú coge y pregúntale y lo que te pida! Porque mira que tos vamos a venir con nuestros regalos pa nuestras mujeres y... Además que lo más seguro es que estos obsequios nos los regale el rey y no está bien que tu a tu mujer no le traigas na.
- Pero es que yo... Está mi mujer, la tengo ahí en plan casi de castigo, está la pobre más muerta que viva. Yo no le digo na.
Total que venga decile, venga decile, que agarran y lo convencen.
- ¡Bueno pos iré!
Entonces se pone por la rejilla esa que le habían dejao pa metele la comida y la llama.
- ¿Qué quieres?
- Mira ma invitao el rey vecino a una fiesta y tos los demás invitaos le van a traer a sus mujeres regalos que ellas han pedío. Yo quiero que tu me pidas a mí el regalo que tú quieres que te traiga. Ten en cuenta que ese reino no es un reino como el nuestro que somos más pobres, es un reino que hay minas de todas clases de metales... y en fin, lo que no haya en ese reino no hay en ninguna parte del mundo.
Y entonces dice ella:
- Sí, sé cómo es ese reino. Yo quiero que me traigas una piedra de honor y un cuchillo de amor.
- Bueno pos te lo traeré.
Ya se va con to los amigos, cada uno con sus escoltas y sus cosas, se van todos los reyes a la cacería. Pos se ponen a buscar cada uno su regalo y todos lo encuentran pero él no consigue encontrar la piedra de honor y el cuchillo de amor. ¡Por más vueltas que le daba buscando en to las tiendas y no había manera de encontrar aquello!
Entonces dice el rey de ese país:
- Escucha hay aquí un hombre que tiene una tienda que no vende nunca na porque tiene unas cosas mu raras. A lo mejor ese hombre tiene d’eso. Es un hindú y los hindúes suelen tener cosas d’esas raras. Vamos a ir a ver si ese viejete tiene... ¡como no tenga él no hay! ¡Es que hay que ver las cosas raras que t’a pedío tu mujer!
Pos van a ca el vejete, tocan, abre el hombre y le dice:
- Mire usté, yo vengo buscando una piedra de honor y un cuchillo de amor.
- Pues sí, sí que lo tengo. Ahora mismo se lo envuelvo.
Va el hombre y saca una piedra que no era normal, era una piedra rara, y un cuchillo que tenía dos filos como un puñal. Y dice:
- Bueno, la persona que te lo haya pedido sabrá cómo utilizarlo.
Ellos se quedaron mu mosqueaos pero bueno, se lo llevaron y ya está. Se fueron todos los reyes, cada uno a su reino, y va él y la llama.
- Fulana.
- ¿Qué?
- Mira, te traío el encargo. ¡Por cierto que m’ha costao encontralo lo que no está escrito!
- Yo sé que d’eso abunda poco... pero también sé que lo hay. Y a mí me hace mucha falta porque este cuchillo es de amor, refleja todo el amor del mundo. Puede ser de hombre a mujer, de madre a hijos... Y esta piedra refleja también todo el honor del mundo.
Y entonces se lo da a ella, lo desenvuelve y él ve que coge ella aquello, lo miraba por la grieta de la puerta, y entonces empieza a afilar el cuchillo, venga afilar el cuchillo... Y aquello empezó a brillar de una manera mu extraña. Y entonces dice ella:
- ¿Piedra de honor, cuchillo de amor, mi primer hijo me lo comí yo?
Y se oye una voz mu profunda, mu profunda, mu lejana y dijo:
- Noooooo.
Y entonces él al sentir la primera vez aquello ordenó que por otra de las puertas que había, sin que ella se diera cuenta, la rompieran. Y cuando aquello respondió otra vez se quedó apagao ¿no? Y entonces ella empezó otra vez a afilalo, venga afilalo, venga afilalo... Y cuando ya estaba otra vez aquello mu brillante le volvió a hacer la misma pregunta ¿no?
- ¿Piedra de honor, cuchillo de amor, mi segundo hijo me lo comí yo?
Y otra vez respondió aquella voz:
- Noooooo.
Y entonces otra vez se apagó. Y mientras tanto ya habían echao la puerta abajo y él estaba detrás d’ella pero ella no lo había visto. Y otra vez empieza venga afilar, venga afilar y dice:
- ¿Piedra de honor, cuchillo de amor, mi tercer hijo me lo comí yo?
Y entonces otra vez se oyó la voz y dijo:
- Noooooo.
- ¡Pos entonces con este puñal dorado me mato!
Y entonces fue a matase porque ya ella estaba como tranquila de que por lo menos no se había comío a sus hijos. Y al levantar la mano pa clavase el cuchillo le echó mano él por detrás y lo cogió:
- ¡No, no quiero que te mates, si tú no te las comío algo pasaría, pero no quiero que te mates ni quiero perdete!
Y entonces se armó un revuelo mu grande en el palacio, mientras que pasaba eso en la habitación d’ella ¿no? se armó un revuelo mu grande y salió él y dice:
- ¿Qué es lo que pasa?
Y entonces se vio un matrimonio ya mayor con tres niños de la mano y un negro que iba con ellos.
- ¿Dónde está la reina?
- Está aquí.
Entonces ya salió ella.
- ¿Qué pasa?
- Yo soy su sino. Cuando usté era pequeña yo tenía que cumplir... el sino era este y tenía que pasar como pasó. Yo era el sino que iba en esa nubecilla y aquí tienes a tus padres y a tus hijos, si te das cuenta a los tres les falta el deo tite de la mano derecha. Pero ahora ya puedes vivir feliz, a gusto y tranquila con tus hijos, con tus padres y con tu marío.

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