viernes, 10 de agosto de 2007

LAS MIL Y UNA NOCHE

Una vez había un rey y tenía dos hijos varones y tenía un reinao mu grande en el Extremo Oriente. Y cuando no podía gobernar llamó a los hijos y les dice:
- Mirad, yo ya soy mu viejo. Ya las cosas del estao tienen muchos quebraeros de cabeza y yo ya no puedo de la forma que estoy. De modo que yo he rendío ya a la vida, a la naturaleza, lo mío. Ahora sois vosotros los que tenéis que trajinar la vida de modo que os voy a hacer dos reinos, uno pa cada uno, y que gobernéis como he gobernao yo, con equidad, con justicia y a cada uno lo suyo. Y así estaréis contentos vosotros de ver, como yo estoy contento y me moriré con la conciencia tranquila de haber sío fiel a mis súbditos... vosotros procurad hacer lo mismo que he sío yo.
Bueno pos allí les echó el hombre to lo bueno que podía hacer deseándolo, como es natural, pa los hijos. Ca uno se hizo de su reino, el que le tocó en el palacio del padre allí se quedó y el otro se fue. Y los hermanos se querían tanto y se llevaban tan bien que no pasaba un año sin vese el uno al otro.
Al año siempre se visitaban, ellos tenían ese cariño, esa cosa, de amor de hermanos. Y uno, el mayor, pos estaba casao, que era el que se quedó en el primitivo reino. Y él salía, cuando tocaba, pillaba el camino y se iba con su caravana de camellos a ver a su hermano. Le llevaba los regalos que fuera, en fin...
Y en uno de los viajes pues se le olvida de echar una cosa en la caravana y entonces se vuelve con la caravana en vez de mandar a alguien. Y llega a su casa y ve que estaba deseandico la mujer que se fuera pa sele infiel con otro. Y entonces lo que hizo fue que le cortó la cabeza.
Y pasaron unos meses hasta que anunció que se casaría, la que quisiera, él no obligaba a ninguna, pero la que quisiera casase con él era reina pero por un día. Se casaban por la mañana y por la noche al acostase le cortaba el pescuezo. De modo que ya se sabía lo que había. Se casó la primera, pos nada se casan, echan sus bendiciones, pasan el día, un día de reinao estupendo y a la noche.... a otro día por la mañana a recoger la cabeza, la cabeza por un lao y la mujer por otro. Y así otra noche y otra noche... una pila de tiempo. Siempre era reina por un día, llegaba la medianoche y ya sabía que le cortaban el pescuezo y a otro día por la mañana ¡hale!...
Y el Gran Visir, o primer ministro, tenía dos hijas mu guapas. Y estaban sus padres con ellas como un padre con su hijo aunque sean feos... lo propio. Y como eran mu guapicas y mu virtuosas pos más contentos tavía. Va una y le dice al padre:
- Padre.
- ¿Qué quieres mi linda?
- Pues nada, que quiero casame con el rey.
Al padre se le cayó el boliche encima.
- ¿Pero qué estás diciendo... tú sabes lo que estás diciendo?
- Claro que lo sé. Pues por eso se lo digo a usté, padre... que yo quiero casame con el rey.
- Pero mujer, que te vas a casar por la mañana y a otro día ya estás enterrá.
- Eso es cuenta mía. Yo soy mayor de edad y quiero casame con el rey.
El padre pues consejos por aquí, dimes por allí, diretes por tos laos, en fin, explicando... Y ella se había montao en el burro y no había quien la bajara; que quería casase con el rey. Y entonces el padre pilla el camino y habla con el rey y le dice el caso.
- Hombre, yo me había fijao en tus hijas porque tienes dos hijas que son dos soles, son la virtú purificá, pero yo no quisiera date ese mal rato... pero si ella quiere casase conmigo ya sabe lo que le espera.... Nosotros nos casamos por la mañana y por la noche ¡pos ya está!
- Pos sí, como ella es la que quiere, pos yo que voy a hacer.
Pero ya se habían conchavao las dos hermanas ¿no comprendes? y el trato era casase, tener la habitación real nupcial y a la parte adentro una habitación pa la hermana. Esa era la condición que le puso ella al rey cuando ya habló con él.
- Sí, sí... Yo quiero casame con su majestá. Si soy yo la que quiere pero ahora que yo pongo también una condición, que es que mi hermana tiene que dormir en la habitación contigua a nosotros pa yo hablar con ella, que en ese rato de noche hasta que me corten el pescuezo pueda hablar alguna palabra con ella pa despedime d’ella.
- Pos eso concedío lo tienes.
Pues fue la ceremonia, se casan, hacen su fiesta... y llega la noche, se acuestan y la hermana pos ya se había metío en la habitación, ya estaba acostá en la cama. Y a él se le partía el alma de que saliera el verdugo y le cortara el pescuezo pero como la manda que se había echao era esa pos no había excepción de ninguna clase, tenía que cortale el pescuezo a aquella también. De modo que el rey, cuando iba a llegar la hora de que tenía que cortale el pescuezo pos se escurría el pobre, no quería, pero tenía que hacelo. Pero entonces salta la hermana y dice:
- Hermana, ¿qué hay... estás despierta?
- Pos sí, despierta estoy. ¿Y tú también? ¿No duermes...?
- Pos mira, no tengo sueño, y la verdá, como no tengo sueño pues no sé como pasar el rato.
- Escucha, con lo que tú sabes... Cuéntame un cuento d’esos tan lindos que tú sabes y así nos quedaremos dormías.
Conque entonces va ella, la hermana, se pone a contar un cuento, un cuento mu largo y ya había pasao mucha noche... Pues el rey se queó con la boquita abierta oyendo contar el cuento... y oyendo contar el cuento viene el día. Y entonces le dice:
- Oye hermana, ¿y no terminas el cuento?
- Voy por la mitá ahora.
Entonces él dice:
- Cucha, ¿si vas por la mitá...?
Y ya la otra tenía que estar con el pescuezo cortao. Y le dice:
- Pos mira, te voy a perdonar esta noche por terminar el cuento.
De modo que van por la mañana los de la limpieza a limpiar la habitación y a llevase el cadáver y se encuentran a la tía más tiesa que el carajillo un cohete.
- ¿Y esto como puede ser?
En fin ya aquella fue una novedá en el palacio aquel día. Pos empieza ya el trajín del día pero el rey, por el cuento, en ver en lo que queaba el cuento ¿no comprendes? pos estaba deseando que viniera la noche, ya no en matala sino en terminar el cuento. Entonces a la noche se acuestan y va la hermana y termina el cuento.
- Bueno pos ya lo he terminao.
Y dice el rey:
- ¡Pos ya sa terminao la juerga!
- Pero escucha, supuesto que sabes tantos pos empieza otro... de toas maneras.
Pos entonces va ella y empieza otro y ya viene el día y no había hecho na más que engarzar el cuento. Y dice el rey:
- Ya no la mato tampoco, voy a ver en lo que termina el cuento.
Van tos dispuestos a llevase el cadáver ¿no? la cabeza por un lao y el cuerpo por otro, y como el día anterior, estaba más tiesa que la varilla un cohete, no había na que hacer. Ya el padre d’ellas se escarajeó... el padre y la madre ya se escarajearon.
- Esto es algo.
Ellas ya en los dos días esos... porque primero lo dijeron el primer día a ver si tenían suerte de salir ¿no? por terminar con aquella masacre que había... Y ya pues le contaron a los padres lo que habían urdío entre las dos... Y ya el rey rabiando que terminara la noche ¡na más que pa terminar el cuento! Conque a otro día, el tercero, pues lo mismo. Y ya no se preocupaba el rey de na, na más que cuento que te crió. Y así estuvo la hermana mil y una noche contando cuentos. Y al de mil y uno le dice ella:
- Hermana, cuenta otro cuento.
Y dice el rey:
- No es menester que cuente más... ¿Pa qué...? Ya es bastante.

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