viernes, 10 de agosto de 2007

LA MENTIRA MÁS GRANDE

Una vez había un rey que tenía una hija que era mu guapa... era mu guapa, y ya era mayor de edad y hubo un concurso que se presentaron muchos príncipes a participar en torneos y el que ganara se casaba con la princesa. Y se celebraron muchos torneos y siempre al que salía vencedor la princesa decía que no.
- Mujer, pos tú tienes ya que casate, nosotros vamos pa viejos y lo más natural es que te cases y tengas descendencia pa que sigan reinando.
- No, pos yo tengo que casame con el que me eche la mentira más grande.
- Mujer, una mentira grande echa cualquiera.
- Sí pero hay que ir analizándolas todas y la que sea la más grande pues...
Pos nada, se presenta uno.
- Bueno, tú cuenta tu mentira.
- Mire usté, yo estoy aquí por obra y gracia del Espíritu Santo, porque yo no he conocío ni padre ni madre y por los avatares de mi vida, siempre he estao de aquí p’allá, de allá p’acá y de arriba p’abajo y nunca he tenío lugar seguro. Y una vez pues eché un viaje mu largo, mu largo, mu largo, mu larguísimo... estuve mucho tiempo andando y llegué a un sitio en que ya estaba el cielo apuntalao y tuve que volveme.
Ya era una mentira buena ¿no?
- Buena mentira, es regular.
Y así se presentaron muchos, pero se presenta un pastor con un zurrón y tuerto, con un ojo tapao, y claro, como ahí tenía que ser que fuera la mentira y lo mismo daba que fuera pastor o de otro oficio cualquiera, caballista... o lo que fuera, la cuestión es que fuera la mentira más grande. Pos va y cuando desfilan tos le pregunta al pastor:
- Bueno, ¿y usté qué?
- Yo pos na, que aquí estoy.
- ¿Y qué es lo que le pasa en el ojo?
- Na, pos herío de guerra, de una batalla y perdí el ojo.
Y tos se quean mirándose así como diciendo "Si aquí no ha habío guerras, este tío pos está chalao. Aquí guerras... estamos viviendo una era gloriosa de paz".
- Sí sí, lo que yo le digo a su majestá y sus señores ministros y al consejo del reino entero, que esto es una herida de guerra, en una batalla pos perdí el ojo.
- Bueno hombre pos cuenta.
- Yo, como ven, llevo aquí el manojillo esparto pa hacer y apañar las agobías, si tengo que hacer una jonda... en fin, tengo yo mi manojico de esparto. Como ven llevo mi morral aquí pa llevar la comida, llevo este cacharrillo aquí pa llevar el agua...
El tío dándole soga al asunto.
- ... y un día, d’estos días que hay que están entre claro y nublos, pues estoy arreglándome una agobía que se me había roto y viene un nublo d’esos mu grandes y mu fuertes, un nublo mu resistente. Y yo pos al ver aquel nublo me puse de pie y al poneme de pie yo le tentaba y estaba mu grueso... eran tan grueso y esponjoso que me eché encima d’él. Me pilló una mijilla cansaillo de haber estao navegando y total, que me quedé dormío y cuando dispierto pos me veo en lo alto del cielo en mitá del nublo. Y pos na, aquí me tienen ustedes que estoy en lo alto el cielo viendo la Tierra y si el nublo se dilata y se queda más endenble, como es natural mi cuerpo pesa más y ya ves tú lo que me hubiera pasao de venir a la tierra, me hubiera saltao los sesos.
- Hombre pos claro.
- Pues no estaba mi muerte allí y el nublo fue de un sitio pa otro, iba navegando y lo que pasa, perdiendo densidad a poquillo a poco, a poquito a poco, y vine a caer en un llano mu grande que había. Y allí aquél llano era mu feraz, había una sandría mu gordísima que pillaba to el llano. Pos caigo en lo alto la sandría y me cuelo dentro y conforme estoy así dentro de la sandría, tenía ya apetito, y hago así me cojo un cacho del corazón de la sandría y estaba mu buena, así que comí hasta que me quedé satifecho. Y conforme estaba ya que me queo así satifecho ya de comer y eso, pos me entró unas morranas que me queaba fritico de sueño.
A esto que siento un cornetín de ordenes, venga tocar tarí tatí tatí tatí tarí tatí tatí. ¿Pos esto qué es señor, qué pasa aquí? ¿En esta sandía que pasa? Pos nada, dos regimientos de caballería el uno frente del otro luchando. Y aquí me tienen ustedes que están luchando y yo, que me pillaba enmedio. Arcabuzazos por aquí, arcabuzazos por allí... una descarga de arcabuces por este lao, otra descarga de arcabuces por el otro y con los sables y las espadas.
Aquello era un desastre. Pos ya ves tú, una lucha así, pos tos las casas se venían abajo y la sandía excuso decite. Total que se entabló una lucha fenomenal y termina la lucha y no hubo ni vencedores ni vencíos porque fue por parte y parte que to las pepitas se quearon hechas peazos, to las casas se quearon destrozás.
Y entonces ya que había pasao to el golpe de la caballería viene la infantería y vienen tos con los sables y las espadas venga haciendo remolinos, venga tirase unos por aquí, otros tiran por allí y mire su majestá, aquí me tiene usté que si mal estaba con la caballería pues peor estaba con la infantería porque es que me hacían peazos, no tenía hechura. Y en esto vino uno y me metió un sable por el ojo y por eso llevo el parche puesto.
- Bueno ¿pero y qué, en qué sigue eso?
- Pos na ya al estruendo que se formó, ya resentía como estaba la cáscara de la sandría de la lucha que habían tenío de tanto arcabuzazo y to con la caballería, pos la infantería terminó ya de hacela peazos. Y ya pos pude salir de allí, del llano tan hermoso, y aquí me tiene su majestá.
- No, pos no está mal la mentira.
Y le dice el rey a la princesa:
- Hija mía, t’ha tocao. Este es, la mentira más gorda no coge. Tú verás porque...
- ¡Válgame Dios! y esta es palabra de princesa y tengo que cumplila.
Conque va y le dice al rey:
- A ver si hay medios de quitalo del medio.
Y él, que estaba a la expectativa, al ver hablar a la princesa y al rey piensa "Estos van en contra mía, veremos a ver el desengaño que van a llevar".
Conque viendo que de ninguna manera podía zafase dice:
- Bueno hija mía, tómalo pa ti que te las ganao.
Entonces ya fue el tuerto, cogió a la princesa del brazo y ya iban a casalos. Y entonces se quita el parche, tira el zurrón y resulta que era un príncipe, el más gallardo y el más hermoso de to los príncipes que había allí y que se había inventao esa mentira pa poder casase con la princesa. Entonces ya los casaron y vivieron felices.

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