viernes, 10 de agosto de 2007

PERÚ EL DE MARRAS

Era un hombre que en el pueblo no tenía con quien dar una peona porque no era trabajador. Y en el pueblo había un gigante y el gigante pos no tenía quien lo sirviera tampoco. Allí se juntaban el hambre y la gana de comer ¿no comprendes? entre los dos. Y un día pos va Perú y le dice al gigante que le dé trabajo y dice:
- Sí hombre, te voy a dar trabajo... Mira, toma esta cubeta y ve y llénala de agua.
Y le dio pos un barreño como tres o cuatro calderos grandes d’esos de pelar los marranos pa que lo trajera de agua.
- ¡Azú! ¿Y cómo voy a hacer esto? Yo pa eso no me empringo.
Agarra la espiocha y llega a la aljibe y empieza a hacer una zanja. Y llega el gigante y le dice:
- ¿Qué haces Perú?
- Pos na, que voy a hacer aquí una acequia pa llevar to el agua de un viaje a la casa.
- ¡No, hombre! Venga... con el calderillo tenemos bastante.
¡Cataplum! llena la caldera de agua y se la lleva a la casa y le dice:
- Vente ya, ya pa qué queremos más.
Pasan unos días y dice el gigante:
- Mira, no tenemos leña. Mañana vas a ir y te vas a traer un haz de leña bueno... pilla un cordel d’esos.
Y tenía unos cordelillos regular, eso no tiene importancia. Agarra Perú un haz de esparto y otro haz de esparto, dos manojos grandes, se sienta tranquilamente, agarra el esparto y se pone venga hacer soga, venga hacer soga, venga hacer soga... Y gasta un manojo de esparto, ¡ya había hecho soga!, y empieza el otro. Venga hacer soga y venga hacer soga. Y ya llevaba el otro mediao y la leña que no llegaba y necesitaba la leña. Conque se acerca el gigante donde estaba Perú.
- ¿Qué haces Perú?
- Estoy haciendo una soga pa traeme medio monte, ¿pa qué vamos a andar con miserias?
- No, hombre, con esto tenemos bastante.
Pilla dos encinas, una en ca mano, ¡cataplum! y se las trae. Y ya tuvieron leña pa una pila de tiempo.
En otra ocasión tenía el gigante una pila de marranicos de miedo. Y dice Perú:
- Esto lo vendo yo y...
Pasa un tío comprando marranos y se los vendía baratos pero le dice Perú:
- Pero tiene que ser con la condición que tengo que cortale los rabos.
Y al precio que le puso el otro pos no le miró el diente.
- Pos bueno, cortalos.
Había un charco mu grande y agarra un marrano, le cortaba el rabo, lo echaba al capacho y el rabo lo dejaba clavao en mitá el charco. Y así pos vendió tos los marranicos y tos los rabos estaban clavaos allí. Y llega a la casa y dice el gigante:
- ¿Qué te pasa Perú que vienes tan excitao?
- Ay, que vengo a por una pala pa picar en la tierra, que san hundío los marranos no les quea na más que el rabo fuera.
- Quita hombre, eso vamos en un instante y tiro yo un tirón.
Conque llega el gigante, tiró un tirón y saca un rabo, tira otro tirón y saca otro rabo...
- Hombre, que se quean ahí dentro.
- ¿Y qué hacemos? Si no salen de otra manera.
Y venga tirones y total, que si tenían veinte marranos pos veinte rabos que sacó. Y ya pos el gigante se queó convencío de que en la charca pos se habían queao los marranos y Perú pos se embolsó los cuartos y a divertise. Pero ya de ahí pa’lante el gigante lo tenía amargao.
- Si es que no sirves pa na, si es que no haces na.
- Yo lo hago to mejor que tú. Y tú no eres capaz de hacer lo que yo haga.
Y el gigante le decía una cosa:
- Haz eso.
¿Qué iba a hacelo? ¿De dónde? El gigante cavaba una merga en dos mancajazos y el pobretico Perú pos se perdía y estaba ya joío.
- A este me lo cargo yo y la finca va a ser pa mí.
Conque va un día que se muere una cabra.
- ¡Cucha! Pos aquí está el asunto.
Va, abre la cabra y se pone las tripas en la barriga y se las pilla con la faja, se arregla bien y coge una alfaca bien larga y bien hermosa. Y sale andando. Y el gigante a to esto:
- ¿Y dónde estará Perú? ¿Y Perú que no viene? Tiene que estar haciendo alguna de las suyas.
Conque sale detrás de Perú el de marras. Perú pasa delante de las mujeres que estaban lavando y dice:
- Si viene por aquí el gigante decile que si es capaz de hacer lo que yo hago. Mirad lo que hago con mi cuerpo.
Agarra la alfaca ¡cataplum! y cortó la faja y salió el mondongo allí y siguió corriendo como un levita. Y entonces llega el gigante.
- ¿Habéis visto a Perú pasar por aquí?
- Vaya y va juyendo p’allá. No ves que escasamente se ve como va corriendo... pero ha hecho esto y dice que tú no eres capaz de hacelo, de date un corte en la barriga, echar las tripas fuera y seguir corriendo.
- ¿Que no? Veinte veces mejor que él.
Y agarra la alfaca que llevaba y hace ¡catapún! se pegó un corte en la panza, se sacó las tripas y allí se queó el gigante pa siempre. Y Perú el de marras pos se queó con la finca del gigante.

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