viernes, 10 de agosto de 2007

LA MARRANICA QUE CAGÓ MANTECA

Esto era una vez un padre que tenía una hija como de unos ocho o diez añillos y la niña estaba en la escuela. El hombre estaba viudo y entonces ya le decía tos los días la maestra a la niña:
- Bonica, dile a tu padre que se case conmigo.
Y la niña to los días le daba la paliza al padre.
- Papa, cásate con mi maestra, que es mu buena.
Y a otro día igual.
- Bonica, dile a tu padre que se case conmigo.
Y entonces fue y le dice el padre, tanto le dio la paliza la niña al padre, que le dice:
- Mira yo me caso con tu maestra cuando los zapaticos de yerro que hay colgaos en la paré se rompan.
Pos la niña se puso mu contenta.
- ¡Señorita, señorita! Dice mi padre que cuando se rompan los zapaticos de hierro que hay colgaos en la paré se casa contigo.
Dice la maestra:
- ¿Sí? ¿Y cuándo viene tu padre de trabajar?
- De noche.
- Pos mira, to las tardes nos vamos tú y yo y con una piedra ca una machacamos los zapatos hasta que se rompan.
Pos así lo hicieron. A los cuatro o cinco días pos llega el padre y dice:
- ¡Papa, papa, mira, s’han roto los zapaticos!
- ¡Válgame Dios, señor, válgame Dios...! Bueno pos dile a tu maestra que me casaré con ella cuando la marranica cague manteca.
Y dice la niña mu contenta:
- ¡Señorita, señorita! Dice mi padre que ya sí, que ya se va a casar contigo cuando la marranica cague manteca.
- ¿Sí? Pos toma esta tacica y cuando tú veas que ya va a venir tu padre, cuando lo veas venir así por to lo hondo, que viene p’arriba del trabajo, te metes en el corral y como la marranica está amarrá pos tú por el culico le metes la manteca.
Pos así lo hace la niña. Se va con la tacica de manteca al corral y le mete por el culico a la marranica la manteca. Pos cuando llegó el padre, pos justo a punto, la marranica cagó la manteca.
- Mira papa, mira, ha cagao la marranica manteca.
Y dice el pobre:
- Bueno, pos dile a tu maestra que me casaré con ella.
Pos ya va y habla con la maestra. Total que preparan los trámites ¿no? y se casan. Pos el día que se casaron le dice él a ella, cuando iban a acostase:
- Mira yo no soy lo que parezco, no me preguntes na porque no te puedo contestar. Pero tú no me puedes decir na ni despertame en to la noche. Aunque veas cosas raras... tú veas lo que veas nunca nunca me despiertes por na del mundo.
Pos ella se quedó así intrigá ¿no? pero bueno, se fueron a la cama y el hombre, tal como lo dijo, se quedó profundamente dormío. Entonces ella vio que... un cambio raro y le descubrió el pecho y tenía en mitá del pecho una llave. Entonces la cogió, le dio medía vuelta a la llave, y vio una mujer que estaba lavando lana en el río. Y se quedó mirándola un rato mu grande hasta que ya la mujer que estaba lavando lana se le iba una madeja. Y ella, ensimismá como estaba, no se acordó de que no tenía que despertar al hombre ni na y empezó a darle voces a la mujer.
- ¡Eh, buena mujer, que se va la lana, que se va la lana!
Entonces el hombre se despertó y cuando se despertó otra vez se puso normal ¿no? se le quitó la llave y se le quitó to. Y entonces dice él:
- Mas despertao, te dije que yo no era normal y más despertao. Ahora te tengo que matar porque resulta que yo el embrujo que tengo me queda ya mu poco tiempo que tenelo. No te puedo decir lo que es pero te tengo que matar.
- ¡Oi, no me mates, no te da lástima de matame! Con lo que me quiere la niña y tal y cual...
- Bueno pos no te mataré.
- Haré to lo que me pidas, pero no me mates.
- Bueno yo... lo único que te puede salvar es que te vistas de hombre y engañes a tres reyes. Si no engañas a tres reyes te tengo que matar.
- Yo haré como de embajador de este país.
- Y yo seré tu caballo.
Entonces el hombre se convierte en caballo y se van los dos. Pos el primer rey llegaron, pos na, pos que viene el embajador de tal país, pos lo recibieron, le hicieron más o menos el honor y no pasó na. Pos se fue, adiós mu buenas y andando. Llegan al segundo reino y exactamente igual. Pos el rey no echó na en ver ni na, na más que pensó que era embajador de verdá.
- Ya he conseguío engañar a dos reyes.
- Sí pero te falta el peor, el tercero es el peor.
Porque tenía que ser esos tres reyes ¿no? Pos entonces van y llegan al último. Y el último era un hombre ya más mayorcillo, que al hombre no le gustaba ninguna mujer. Es decir, él quería casase pero a ninguna le encontraba los méritos como pa casase con ella. Pos llega al reinado y le dice la madre que ha venío el embajador tal cual. Total que se queda el tío así mirándola y dice:
- Madre no has notao que ese hombre es una mujer.
- ¿Qué dices? Pero si es un hombre.
- No, ese hombre es una mujer.
- Calla hombre tú lo que estás es chiflao. Ese hombre es un hombre, es el embajador del reino tal y cual.
- No no no, mira aquí tenemos un brujo mu bueno mu bueno en este país, yo se lo voy a decir a ver que puedo hacer.
Entonces el brujo le dijo:
- Pos mira, antes de na pon muchas sillas diseminas y las mujeres tienden a sentase en sillas bajas y los hombres en sillas altas. Tú hazle esa prueba.
Entonces van a hacele la prueba y el caballo se lo dijo:
- Mira te van a hacer una prueba con unos asientos. Tú procura sentate como un hombre.
Pos na ya ella se sentó bien. Y se ponía la madre:
- ¿No ves, fulano, que es un hombre? Que se sienta igual que los hombres y no coge más que las sillas altas.
- No, no, no... Ese hombre es una mujer.
- Ahora en vez de hablar con el brujo voy a hacele yo una prueba. Me lo voy a llevar de compras.
Pos entonces va la madre y lo invita:
- ¿Quiere usté acompañame a hacer unas compras?
Y entonces la madre se metió en una casa de perfumes. Como la reina que era pos ya verás tú, le sacaron de perfumes... Y ella ya estaba avisá por el caballo, a ello to se lo decía el caballo. Iba de acompañante con la reina y si le preguntaba decía "Mu bien" o decía lo que le parecía, sin alardear y sin na. Pos llega al palacio y le dice el rey:
- ¿Ha estao usté con mi madre?
- Pues sí, he estao con su madre.
- ¿Y qué?
- En una perfumería hemos estao de compras y ella ha comprao pero a mí, la verdá, me gustan mucho más la montura de los caballos, las espadas...
Y se ponía la madre:
- ¿Ves tú como es un hombre?
Y él cabezota que cabezota:
- Que no, que es una mujer.
- Bueno pos vamos otra vez a ir a ver al brujo.
Pos van y le dice:
- Bueno pos si no ha caío y todavía tienes empeño en que es una mujer te voy a preparar dos ramos de flores. Estos ramos de flores tienen que pasar la noche los dos a la vez en dos estancias distintas debajo de dos camas. Cuando es una mujer el ramo siempre siempre está fresco y cuando es un hombre en la misma noche se marchita.
Pos entonces va y el caballo fue y se lo dijo:
- Mira, fulana, que va a coger y va a poner los ramos de flores. A medianoche, justo al dar las doce campanas, tienes que cambialo porque si no se marchitarán los dos. Pero si los cambias se marchitará na más que el del rey que es el que has tenío tú hasta la medianoche.
Pos bueno eso hace, agarra a medianoche, se levanta y cambia los ramos y entonces el marchito era el de ella y fresco se quedó el del rey. Es decir, que ya es verdá que había una mujer pero el que amaneció fresco era el del rey.
- ¿Será posible? Esto tiene que ser algo porque yo no soy una mujer, eso por descontao, la mujer es ella.
Entonces ya estaba emborrecío ¿no?
- ¿Pos sabes lo que voy hacer? A bien que hace calor, le voy a decir que venga a bañase al río conmigo.
A otro día le dice:
- Oiga usté, señor embajador, ¿por qué no viene usté al río?
- Hoy he amanecío con un resfriao... ¡tengo un dolor de cabeza! Imposible, a ver si mañana me encuentro un poquito mejor y ya puedo ir al río pero es que hoy es que es imposible.
Pos a otro día pos más o menos lo mismo, siempre le dolía la cabeza, siempre estaba resfriao, y el rey dice:
- ¡Ves tú como no quiere venir a bañase al río! Es porque es una mujer.
Y se ponía la madre:
- Pos no ves tú que está mu resfriado, es verdá que está resfriado.
No le quedó más remedio que refriase a la pobre.
- Pos ya sé lo que voy hacer. Voy a hablar con fulana y voy a decir que la voy a dejar sola con él y entonces que diga que ha querío abusar d’ella.
Pues efectivamente así lo hace, se quedan las dos solas en la habitación y cuando pasa un ratillo la otra empezó a chillar.
- ¿Qué es, qué es?
- Que este hombre ha querío abusar de mí.
- Ah, Conque esas tenemos... Usté que es el embajador ahora me viene con esto. Bueno pos esto está aquí castigao con la muerte, pero con una muerte que tiene martirio.
- Que yo no, que...
- Sí sí sí, esta mujer no miente. Por lo tanto a usté lo vamos a matar, pero lo vamos a matar lentamente, es decir, saltándole los ojos con yerros ardiendo y to esas cosas.
Pues agarraron y la amarran a un palo en la plaza y cogen ya dos yerros ardiendo pa saltale los ojos ¿no? y ella chito, ella no decía ni pamplona, pensaba: "Si no me mata uno me va a matar el otro". Pos la pobre ya tan resignaíca a morir. Coge el verdugo los hierros pa saltale los ojos y a esto que viene el caballo corriendo y ya hablando:
- ¡Mariquita, Mariquita!
Y al decir eso, conforme iba corriendo, iba transformándose en hombre. Y entonces va corriendo y dice:
- ¡Mariquita, Mariquita... descúbrete, descúbrete...!. Que no te maten, que eres mi mujer.
Y entonces ya dice el rey:
- ¿Ves madre como era una mujer? Y esta es la que me gusta, con esta me tengo que casar yo.
Y entonces dice el caballo, ya convertío en hombre:
- No, porque si tú eres rey, yo soy emperador y esta mujer es la mía. Yo me casé con ella. Si tú le ofreces una corona de rey la mía es de emperador. Así que nos vamos. Es que yo estaba embrujao, porque aquella mujer que vites lavando lana yo me porté mu mal con ella y entonces un brujo bueno que había en el pueblo me convirtió en un hombre corriente y tenía que estar to este tiempo viviendo con mi hija. Pero ya resulta que se m’ha cumplío, yo ya soy un hombre bueno y voy a seguir siendo emperador. Así que nos vamos.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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